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La Aguaspeña

Roca en plena formación

Dirección

La Aguaspeña

GPS

40.5736508, -1.7941321

Dirección

La Aguaspeña

GPS

40.5736508, -1.7941321

La Aguaspeña

La Aguaspeña es un edificio tobáceo en crecimiento. El agua de lluvia disuelve las rocas calizas que predominan en el entorno y provoca la proliferación de tuberías, oquedades y numerosas grutas, que constituyen otro atractivo de la comarca.

Cuando el agua subterránea aflora a la superficie y forma manantiales el carbonato cálcico precipita y, al solidificarse, forma la toba calcárea, una roca muy porosa que construye en ciertos lugares espectaculares monumentos minerales como éste, recubiertos a menudo por musgos y diversos tipos de vegetación. Pero estos edificios tobáceos están también en una lenta y constante transformación, creciendo gracias al agua que circula por ellos, forma a menudo cascadas y provoca en ocasiones algunos derrumbes, momento en que el agua reinicia la labor de reconstrucción y vuelve a modelar caprichosas figuras.

Al mismo tiempo, otra parte se encuentra inactiva, ya que sus torrentes se secaron, obstruyeron o desviaron, y dejaron las impresionantes estructuras verticales plagadas de cuevas por las que discurre la senda del visitante, que culmina en lo alto de la cascada y en el nacimiento del manantial que da vida a este hermoso y mágico lugar, asiento de los hombres desde tiempos inmemoriales.

Visitar la Aguaspeña es una magnífica manera de observar con nuestros propios ojos el proceso de formación de una roca. Debemos dirigirnos a la localidad de Checa, y desde aquí tomar la pista asfaltada que en 2 kilómetros nos conduce al aparcamiento situado enfrente de esta surgencia. Otra opción es mediante la Georuta 8, la cual nos pasa y explica por enclaves como este.

En la actualidad, y debido a sus cualidades estéticas, el área ha sido acondicionada para la visita mediante la instalación de pasarelas y barandillas de madera.

Se calcula que se forman unos cuatro centímetros de toba al año y que la Aguaspeña no existía hace tan solo dos mil años, lo que puede parecer mucho tiempo, pero en términos geológicos es casi como un abrir y cerrar de ojos.

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